Cada día se surgen mundo más de 350.000 nuevas variantes de ciberataques. Las pequeñas empresas, por no contar apenas con sistemas de ciberseguridad y las corporaciones y empresas de gran tamaño, por los importantes beneficios que encuentran los hackers si logran encontrar vulnerabilidades y sortear sus sistemas de seguridad, son las empresas más expuestas a los distintos tipos de ciberataques actualmente.
La ciberseguridad en las empresas es todavía una asignatura pendiente en la gran mayoría de ellas y los expertos consideran que, solo en España, más de 3 millones de empresas, negocios y compañías están insuficientemente protegidas. Es más, muchas de ellas no cuentan con ningún sistema de seguridad informático.
Los ciberataques son un riesgo potencial del ámbito virtual que, más veces de las debidas, se convierten en una amenaza real para la propia empresa o los datos de terceros, los cuales quedan expuestos a robos, suplantación de identidad y todo tipo de usos fraudulentos.
La sombra de lo ciberataques es muy alargada y puede presentarse en formas tan diversas como: robo de datos, extracción de dinero, ataques a página web, acceso a datos de cliente, suplantación de identidad o hasta ciberataques contra la infraestructura de una empresa. Las consecuencias de un ciberataque para la viabilidad económica, el prestigio y la imagen de una marca de una empresa pueden ser terribles.
¿Es posible evitar los ciberataques en las empresas?
La respuesta es un sí rotundo, siempre que se inviertan los recursos necesarios en ciberseguridad en base a una estrategia bien definida dividida en 3 etapas:
1. Identificar los riesgos y vulnerabilidades
El primer paso para implantar una estrategia de ciberseguridad en la empresa es dibujar un mapa de riesgos donde se identifiquen todos los puntos débiles en materia de seguridad informática.
Es necesario hacer una serie de ejercicios de evaluación con realismo y autocrítica, valorando y definiendo cuál es el punto de partida en cuanto a medios de prevención y defensa: programas antivirus, cortafuegos, protección de contraseñas, etc., así como si existen procesos y protocolos internos de actuación ante un posible ataque y sí son los adecuados.
La identificación de las vulnerabilidades detectadas debe tener en cuenta tanto los daños a la propia empresa como a terceros, en forma de robo de datos a clientes o proveedores cuyas consecuencias en forma de reclamaciones e indemnizaciones pueden llegar a ser muy considerables.
2. Elegir e implementar acciones de ciberseguridad
Una vez identificadas cuáles son las vulnerabilidades y posibles daños, llega el momento de seleccionar acciones concretas para cada posible peligro, teniendo muy claro qué recursos (económicos, de personal, técnico, etc.) serán necesarios.
En esta etapa es fundamental actuar con realismo, tanto en las posibilidades económicas de la empresa para realizar la inversión necesaria, como en capacidad técnica y tiempo disponible para su implantación, siendo fundamental el establecimiento de un calendario de implantación detallado y realista.
3. Monitorización y evaluación de las medidas
Una vez implantadas las medidas, hay que realizar análisis periódicos para comprobar si son efectivas, teniendo en cuenta que será necesario una actualización constante de los software de defensa empleados, así como de los protocolos de prevención y de actuación en caso de haberse detectado un ciberataque, ya sea en grado de tentativa o efectivo.
¿Quién puede ayudarme con mi estrategia de ciberseguridad?
La complejidad de una estrategia de ciberseguridad para mi empresa, que muchas veces requiere también de una etapa de formación de los empleados, es muy alta, por lo que son muchas las empresas que recurren a compañías de seguros con soluciones específicas en materia de seguridad informática.
La gran ventaja es que muchas de estas aseguradoras trabajan también el concepto de prevención, ya que son las primeras interesadas en evitar los ciberataques porque los daños, tanto en la propia empresa que ha contratado sus servicios como de responsabilidad civil a terceros, pueden ser de alto impacto y, por lo tanto, sujetos a importantes indemnizaciones económicas.
Por lo tanto, es viable transferir el riesgo de ciberseguridad al sector asegurador, siendo esta opción cada vez más valorada por las empresas porque implica un doble nivel de seguridad: el preventivo, que es el más deseable para todos y el logro de una indemnización adecuada para paliar las consecuencias de un ataque sí, pese a las medidas tomadas, finalmente llega a producirse.