Carreteras vacías y ciudades fantasma. Esa es una de las imágenes que todos tenemos grabadas en la retina de las primeras semanas de confinamiento. Desde la Avenida Diagonal de Barcelona hasta el Paseo de la Castellana de Madrid, la ausencia de tráfico se convirtió en una mezcla de temor y lujo a partes iguales. El silencio se abrió paso en puntos neurálgicos donde el bullicio y los cláxones reinaban desde hacía décadas, sobre todo en hora punta.

Un respiro urbano que afortunadamente también comportó ventajas, como la disminución de la siniestralidad vial. Según datos de la Dirección General de Tráfico, la siniestralidad disminuyó en un 22% en 2020, la cifra más baja desde que se tienen registros. La adopción del teletrabajo, el cierre de los centros educativos para trasladar las clases a la pantalla y las medidas restrictivas del momento provocaron que los desplazamientos en carretera se redujeran al máximo posible.

 

 

Un escenario que mientras para una gran parte de la población significó ahorrarse tiempo y quebraderos de cabeza en la carretera, para las empresas, propietarias de flotas de vehículos para el transporte de pasajeros, se ha traducido en un año y medio delicado. La baja actividad del sector causó que muchas compañías atravesaran dificultades económicas, aunque, a su vez, hayan registrado una baja siniestralidad sin precedentes, impactando positivamente en las pólizas de los vehículos.

Dejando atrás un mercado endurecido para las flotas

El volumen de la flota, la tipología de las rutas (urbanas/interurbanas) y el histórico de siniestralidad son algunos de los factores que las compañías aseguradoras tienen en cuenta a la hora de calcular el seguro para una flota.

En este sentido, el sector asegurador se ha caracterizado por ser un mercado limitado en cuanto a oferta. ¿El motivo? Flotas muy estancas, muy conocidas por las compañías aseguradoras, con un famoso histórico de siniestralidad y, por encima de todo, una insuficiencia de primas a nivel general que no soportaba el resultado.

Esta inercia cambió para las renovaciones de principios de año y sigue su evolución para las renovaciones de este próximo ejercicio, ya que los buenos resultados de siniestralidad continúan gracias al arrastre del resultado, fruto de la baja actividad en el tráfico por la pandemia.

La oportunidad de los fondos europeos

Otra de las buenas noticias para el sector son los fondos europeos Next Generation, en el que se enmarca el programa Moves Grandes Flotas. La iniciativa prevé apoyar a las empresas que deseen renovar flotas de más de 500 vehículos en más de una comunidad autónoma. El presupuesto es de 50 millones, ampliables en 2022 y 2023.

Además, el Gobierno también anunció una ayuda de hasta 5.000 euros por vehículo a las compañías que renueven su flota con eléctricos.

Ante estas novedades, se vislumbra un futuro esperanzador tras la difícil tesitura atravesada en los últimos meses. El sector de flotas ha demostrado ser resiliente, aunque ir de la mano de un escenario favorecedor siempre es más alentador. Aprovechemos el dulce momento del mercado de flotas.

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