Con la creciente demanda de modelos laborales más flexibles y personalizados, las empresas están adoptando la retribución flexible como una opción atractiva para captar y retener el talento. La retribución flexible se ha convertido en una solución clave, ofreciendo ventajas fiscales que no solo benefician a los trabajadores, sino que también optimizan los recursos de la empresa. Este enfoque permite adaptar el salario a las necesidades de cada empleado, al tiempo que fortalece la imagen corporativa y mejora la calidad de vida de los trabajadores.
Beneficios fiscales
La principal ventaja de este tipo de retribución en especie es que cuenta con un tratamiento fiscal favorable, gracias al cual el trabajador puede incluir en su nómina los servicios que necesita con la finalidad de disminuir el coste final. Su flexibilidad permite que el empleado pueda destinar una parte de su salario bruto a la compra de productos exentos de impuestos, como son la guardería, vales restaurante, seguro médico o ticket de transporte, formación entre otros.
Esto se traduce en que la empresa, una vez instaurados en la llamada “nueva normalidad”, podrá ofrecer la posibilidad de incrementar el salario neto de la plantilla sin aumentar sus costes, lo que se convierte en un valioso activo a la hora de negociar, sobre todo para aquellas organizaciones que, en una situación tan difícil como la actual, no disponen de la capacidad suficiente para mejorar la retribución de sus empleados.
Mejor imagen y reputación de la compañía
La imagen externa y la reputación de la compañía también se ven beneficiados con la aplicación de un programa de retribución flexible porque consolida a la marca como referente en el ámbito, no sólo frente a las compañías de la competencia, sino hacia sus propios empleados. En este sentido, la motivación de los trabajadores puede aumentar al percibir que la compañía atiende a sus demandas, hecho que repercute directamente en su productividad y compromiso con la organización.
Calidad de vida del empleado
Desde el punto de vista del empleado, que también está sufriendo las consecuencias de esta crisis sanitaria, la retribución en especie puede significar un aumento de su capacidad de decisión sobre la composición de su salario, ya que se adecua a sus necesidades, consiguiendo incentivos fiscales asociados que hacen aumentar el poder adquisitivo. Una medida que, además, se traduce en mayor flexibilidad y comodidad para el trabajador, puesto que la retribución en especie puede adaptarse a las circunstancias personales de cada momento.
Sin duda, es de vital importancia estar satisfecho con las condiciones económicas pero la mejora de la calidad de vida aportada por elementos como el programa de retribución flexible, constituye la mejor manera de equilibrar la balanza y adaptar el empleo a las necesidades de la sociedad actual.