El seguro de Crédito, que venía viviendo un momento dulce tras recuperarse de la crisis financiera de 2008, también está experimentando las primeras consecuencias de la recesión económica causada por el brote de Covid-19. De hecho, según las previsiones hechas públicas por algunos organismos internacionales, no será un caso aislado o un único sector con complicaciones y ya han advertido del impacto que puede tener la pandemia en la economía global. Sin ir más lejos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) augura una contracción del PIB del 3% mundial en 2020, mientras que España registrará un retroceso del 8%.
En este sentido, y poniendo el foco en el ámbito asegurador, el propio consejero delegado de Lloyd’s, John Neal, prevé que el sector registre unas pérdidas superiores a los 50.000 millones de euros, una cantidad superior a las caídas producidas por catástrofes naturales como el Huracán Katrina o los atentados del 11-S.
Todos estos datos pueden traducirse en que, a causa de la actual crisis sanitaria, nos vamos a encontrar con un incremento elevado de la exposición de muchas compañías. De esta manera, las empresas cuya supervivencia dependa de la renovación continua de sus líneas de crédito estarán fuertemente amenazadas, especialmente aquellas más vulnerables y que cuenten con una capacidad financiera mermada, hecho que dificultará que puedan hacer frente a sus pagos.
A pesar de estas circunstancias, las pólizas de Crédito seguirán operativas y garantizarán el cobro por parte de una persona física o jurídica de los créditos a su favor cuando se produzca el impago por la insolvencia de sus deudores. Es decir, cubrirán el impago en las operaciones a crédito entre empresas, aminorando el efecto de los posibles créditos insolventes.
Un antes y un después
Aunque por el momento responderán ante esta nueva realidad, lo cierto es que los seguros de Crédito van a verse muy afectados desde el punto de vista de la siniestralidad. En este sentido, es importante recordar que se tratan de operaciones concretas que permiten a las aseguradoras revalorar a las empresas y reorientar la suscripción rebajando su exposición. Por eso, la capacidad de liquidez que pueda aportar, por un lado, la Administración Pública y, por otro, las entidades financieras, va a jugar un papel clave.
No obstante, y a pesar de estas aportaciones, si no existe la figura de una reaseguradora detrás de las compañías directas, éstas no van a tener la capacidad de asumir la situación, dejando a numerosas empresas en una difícil tesitura. Además, ante este nuevo escenario es más que probable que nos encontremos con un endurecimiento de mercado, en el que las compañías seguirán aportando soluciones de Crédito a los clientes, pero a un mayor coste para conseguir una protección y, por otro lado, observaremos una reducción de la exposición de las empresas y un análisis más detallado y preciso del riesgo.
Paralelamente, si el mercado incide en que va a haber mayor siniestralidad o aumento de insolvencia de las empresas, las compañías deberán reorientarse. Sin duda alguna, se trata de un antes y un después en cuanto a nuevas soluciones aseguradoras.
Por tanto, este nuevo cambio de rumbo también va a ser visible desde el punto de vista del consumidor. Si bien es cierto que reducirá la capacidad y la exposición de las compañías, también es importante destacar que las empresas y clientes mostrarán un mayor interés en estos productos que previamente no habían valorado contratar. Esto se traducirá en más protección crediticia al existir más pólizas y en una mayor capacidad de captar mercado gracias a que los potenciales clientes ahora serán más conscientes de la importancia del seguro de Crédito que antes.